Más que una reflexión, la entrada de esta semana es un uso del derecho al pataleo. Pero claro, este blog va sobre todo de eso...
Parece que, en el mundo en que vivimos, las
mujeres tienen derecho a quejarse de discriminación, pero los hombres no
(recordemos que toda discriminación, incluso la llamada positiva, es
discriminación… y que será negativa para algún otro).
Parece que, en el mundo en que vivimos, los
musulmanes tienen el derecho (y los infieles casi el deber) de que se respeten
sus tradiciones, sus creencias, sus costumbres, pero los cristianos (y si son
católicos, ya ni hablamos) no.
Parece que, en este mundo en que vivimos, los
etarras tienen que ser aceptados como parte del juego democrático porque
dejaron de matar hace tiempo, pero no cabe tolerar a la derecha desacomplejada.
Parece que, en el mundo en que vivimos, se
puede hacer apología del marxismo, que a lo largo de un siglo ha matado -y sigue
matando- a más de cien millones de personas, pero no cabe decir que Franco hizo
algo bueno por España… aunque el Caudillo muriera hace ya medio siglo.
Parece que, en el mundo en que vivimos, los
blancos pueden ser acusados de racismo, mientras que los negros o los amarillos
no. Parece que, en el mundo en que vivimos, las vidas negras importan,
pero las blancas… no tanto.
Parece que, en el mundo en que vivimos, todo
el mundo tiene derecho a sentirse molesto, enfadarse, opinar o criticar… todo el
mundo menos yo (y los que piensan como yo).
Al menos, en público.

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