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sábado, 1 de marzo de 2025

Pena, penita, pena

La izquierda presume de demócrata y tolerante pero es en realidad --la antigua, la moderna y la futura, pues es algo inherente a su idiosincrasia- sectaria e intolerante como pocos. Basta con que te apartes un poco de lo que la élite izquierdista considera la ortodoxia -ortodoxia que va cambiando de continuo, y lo que hoy es bueno mañana puede ser malo, y viceversa- para que pases de estar en la cima a ser crucificado inmisericordemente.

Es lo que le ha pasado a Karla Sofía Gascón. De ser un estandarte del triunfo de la transexualidad ha devenido en un ser apestado, rechazado, vituperado e insultado. Y todo por unos comentarios de hace años que, aunque más ciertos que el que dos y dos sean cuatro, resultan intolerable para el movimiento woke.

Y si ahora Gascón se queja de ser víctima de la cultura de la cancelación tras el repudio de Netflix… haber pensado antes con qué compañeros de juego se había embarcado.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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