Este libro me lo regalaron por mi último cumpleaños cuatro compañeras del trabajo. Según una de ellas, que lo había leído, pensaba que me pegaba. Desde luego, la frase inicial del resumen de la contraportada prometía:
La presentadora de televisión Kim Lange está en el mejor momento de su carrera cuando sufre un accidente y muere aplastada por el lavabo de una estación espacial rusa.
A poco de empezar su lectura,
informé a las interesadas. Una de ellas me preguntó si me estaba gustando y
respondí Acabo de empezarlo, pero el autor parece tener bastante mala leche
(o sea, que sí, que me está gustando).
El resto del libro me produjo la
misma impresión. Por su estilo, a ratos me ha recordado a Tom Sharpe, aunque
con un poco más de mensaje de enjundia; en concreto, sobre lo interesante que resulta portarse bien y no
ser egoísta… siquiera para no reencarnarte en una hormiga.
Aunque, como un servidor es creyente (en la única religión verdadera, que dijo aquél), según la teoría del autor debería quedar fuera del ciclo de reencarnaciones.
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