Si en la primera entrada de hoy señalo que hay que desconfiar de cualquier cosa que haga el psicópata de la Moncloa cuando sus actos parecen adecuarse a los valores democráticos occidentales, tanto más hay que hacerlo cuando ni por asomo caen dentro de ese margen.
Y si además te enteras de que
activó la plataforma de negocios con la China comunista a los cuatro meses de
haber cambiado el colchón de la residencia de la segunda autoridad del Estado,
siguiendo la estela del que ocupa la segunda posición en la lista de políticos
con menos escrúpulos éticos -y mira que el puesto está disputado en el partido
de la mano y el capullo-, tanto más.
Cuando piensas que no se puede caer más bajo, van y profundizan.
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