El psicópata de la Moncloa es la quintaesencia destilada del partido de la mano y el capullo.
Ese que, en su estreno parlamentario,
declaró que actuaría fuera del ordenamiento jurídico cuando el hacerlo dentro
del mismo no le permitiera alcanzar sus fines.
Ese que provocó una guerra civil
con el objetivo de hacer una revolución y acabar con la democracia.
Ese que, a lo largo de su más que
centenaria historia, se ha aliado con todos los enemigos internos y externos de
España para alcanzar su único y exclusivo objetivo: aprehender el poder y
detentarlo tanto tiempo como le sea posible.
Por eso, cuando parece plegarse a
los usos y maneras democráticos, hay que sospechar que detrás anidan motivos
espurios. Por eso, si el psicópata de la Moncloa se plantea recuperar el debate sobre el estado de la nación -que no convoca desde 2.022 y que, como tantas
otras cosas, debería estar reglamentado, como ocurre en otros países-, es
porque piensa que podrá sacar beneficio del mismo.
No beneficio para España. Ni siquiera beneficio para su partido. No: beneficio única y exclusivamente para él.
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