También el mismo día, hace apenas una semana, tuvimos dos noticias que nos indicaban que la separación de poderes seguía existiendo o que, al menos, hay quienes dentro del poder judicial no están dispuestos a plegarse a los deseos del psicópata de la Moncloa.
Primero, el Tribunal Supremo acordó la prisión sin fianza de Santos Cerdán, el tercero de los Cuatro del Peugeot
en pasar por los tribunales y el primero en dormir a la sombra, dentro de las
actuaciones de la (mal) llamada trama Koldo. Posteriormente se quejaría del
trato discriminatorio, puesto que sus compinches no habían tenido que
ingresar en prisión. A esto le respondería que no se va a tratar igual a Frank
Nitti que al último tuercebotas de la banda de Al Capone… y que Capone todavía no
ha sido procesado, aunque empiece a sentir en la nuca el respirar de las
fuerzas del orden.
Una digresión que me he planteado desde que conocí la noticia: si el fiscal anticorrupción pidió la prisión sin fianza, y el Ministerio Público se rige por los principios de unidad de actuación y dependencia jerárquica, y ya sabemos de quién depende el fiscal general del Estado (al menos, el actual)... ¿quiere eso decir que ha sido el psicópata de la Moncloa el que ha decidido mandar a su mano derecha bis a la trena? Ahí lo dejo.
Y luego, el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura
devolvió a la Audiencia Provincial de Badajoz el caso del secretario general
regional de los de la mano y el capullo, cuyo intento de salvarse saltándose
cuatro casillas fue tan descarado, tan cutre, tan desesperado, que se han visto
forzados a señalarle que el aforamiento no comporta impunidad.
En suma, que Junio acabó con cuatro noticias a cual mejor.
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