No voy a dar aquí demasiados datos sobre mí. Los que me conocen personalmente ya saben quién soy; y a los que no, no creo que les interese demasiado.
En cuanto a mi aspecto, opino que me parezco bastante a mi simpsonización.
Ya iré añadiendo más cosas con el tiempo.
De qué va esto
(publicado el 14 de Octubre de 2.014)
Este blog tiene un origen de lo más
inusual… aunque perfectamente lógico, para cualquiera que me conozca. Y hoy,
día de mi cuadragésimo sexto cumpleaños, es un día tan bueno como cualquier
otro (o incluso mejor) para contarlo.
Todo empezó con unas presentaciones de
Power Point que enviaba los Viernes
alegrándome de que por fin fuera Viernes y deseando un buen fin de semana. Gradualmente
fui agregando más imágenes y luego, no recuerdo bien por qué, empecé a hacer un
resumen de lo ocurrido durante la semana. Al principio en plan ha hecho bueno, o ha llovido, o cosas así. Sin embargo, de vez en cuando empecé a
deslizar comentarios políticos (bastante light,
la verdad, no era cuestión de escribir un artículo en una presentación), lo que
podía herir algunas sensibilidades. Eran los tiempos de la reciente victoria de
Rodríguez y yo, de un modo subconsciente (no es por echarme flores, acabo de
racionalizar la idea), percibí que el sujeto iba a llevar a España a la ruina…
aunque no supuse que el desastre sería tan total.
No recuerdo qué comentario hice que
uno de los recipendiarios –un amigo mío que todavía lo es- dijo que me había pasado siete pueblos. Aunque no estuve
de acuerdo con el comentario, lo acepté y pasé a denominar las presentaciones
como Crónicas desde el octavo pueblo.
Sin embargo, no siempre tenía la
presentación lista para el Viernes a primera hora. A veces, incluso la fabricaba
y enviaba sobre la marcha. Aunque trabajo mejor bajo presión, eso -y el riesgo
de molestar a gente a la que apreciaba- hizo que trasladara los comentarios al
blog.
Al principio, escribía cuando tenía
algo que comentar. Luego, me propuse escribir una media de una entrada al día. Lo
conseguí, aunque había días que publicaba una docena de artículos, y semanas en
las que no escribía nada. Decidí cambiar aquello cuando descubrí las maravillas
de dejar la publicación programada. Eso me permitía escribir varias entradas de
una sentada y subirlas al blog para que fueran apareciendo gradualmente. Claro,
que tiene el inconveniente de que algunas noticias quedan atrasadas, o
superadas por los acontecimientos, si es que hay un aluvión de titulares que
comentar.
En general, no suelo leer la noticia
en sí. Cuando el titular me parece lo suficientemente interesante (aunque ya
sabemos que los titulares lo que buscan es enganchar al lector), eso me da
materia para escribir una entrada. Por otra parte, no hablo sólo de política
(aunque sí principalmente). Desde que leí los de Harry Potter, comento
(brevemente, en general) los libros que voy leyendo (soy un lector voraz, no
concibo la vida sin tener algo que leer), y publico citas literarias y
cinematográficas (con cadencia irregular una vez desaparecidos los impulsos
iniciales). También he empezado una serie de Psicología del octavo pueblo, y tengo pendiente una o dos
relacionadas con Tolkien, indudablemente mi escritor favorito.
En cuanto a las imágenes que acompañan
a los comentarios, en general las extraigo de un cederrón que adquirí hace años
con el periódico El Mundo. Tiendo a
repetirme (cerdos en sus distintas variedades para los socialistas en
particular y la izquierda en general, un gato en un cubo de basura para los
nacionalistas, una serpiente para ETA, un burro para los catalanistas), aunque
procuro introducir algo de variedad (y que la imagen guarde relación, siquiera
tangencial y metafórica, con el tema del artículo). Y cuando no la encuentro,
la busco…
* * *
Hablemos un poco de uno mismo
(publicado el 17 de Enero de 2.018... se me había olvidado que había escrito lo de arriba, je)
Tengo configurado el blog de modo que, cuando hay algún comentario, me avise con un correo electrónico. No es que eso suponga una enorme molestia, porque el número de comentarios que recibo es tirando a exiguo, para ser misericordiosos. Quizá una docena en todo el tiempo que llevo escribiendo, así que no es que mi bandeja de entrada se vaya a resentir por ello.
Pero hete aquí que la epifanía del Señor, día arriba, día abajo, trajo una agradable sorpresa doble. Para empezar, un tal Anónimo me dejó el siguiente comentario:
Pero hete aquí que la epifanía del Señor, día arriba, día abajo, trajo una agradable sorpresa doble. Para empezar, un tal Anónimo me dejó el siguiente comentario:
Hola. He descubierto tu blog hace unas semanas. Muy divertido.Alegra ver que todavía hay gente con algo de sentido común.Gracias.
Y luego, otro Anónimo, ignoro si el mismo o un tocayo, me informaba de que me habían citado en otro blog. Ni corto ni perezoso pinché en el enlace y me encontré con una entrada que comenzaba (dejando aparte la felicitación de año nuevo) como sigue:
Hace unos días dí con un blog bastante interesante que recomiendo encarecidamente: "Cronicas desde el Octavo Pueblo". Está escrito por un caballero lleno de sentido común. Son entradas cortas, que se leen de un tirón. Ultimamente, considerando los ridículos acontecimientos protagonizados por los payasos de los independentistas catalanes y sus económicamente suicidas mamporreros seguidores, se ha centrado bastante en el barullo de estos Catetonios, pero también suele atizar bastante a los porremitas (a los que denomina "neo-com") y a su apestoso lider koletario (al que llama "Junior")... lo cual no es difícil, dado el número de falsedades por segundo que estos "recordmen" del embuste logran proferir.Buen blog, en definitiva, para echarse unas risas a costa de toda esta gentuza y de los personajillos que -como nuestro amigo leftard de referencia, Rafalelo- los siguen y admiran. Una sola entrada de "Crónicas desde el Octavo Pueblo" tiene más solidez intelectual, honestidad y análisis preciso de la realidad, que cien posts de Rafalerdo.
Como es de bien nacido ser agradecido, me apresuré a dejarle un comentario ante tan inmerecidos elogios, comentario que unos pocos días después recibió la siguiente contestación en forma de comentario en mi blog:
Buenos días. Soy su camarada del blog "Las Sandeces de...". Recibidos sus saludos, que agradezco.Sólo desearle ánimo para seguir. Como decía, es agradable echarse unas risas gracias a que alguien sabe, por una vez, emplear el sentido común.El futuro pinta negro, pero es posible que consigamos que al menos algún alma descarriada vuelva al redil. Algo es algo.Un saludo.
Para no convertir esto en una cadena interminable de agradecimientos y contra agradecimientos, no respondí… hasta ahora, que dedico esta entrada a responder y, ya de paso, explicar algunas circunstancias del blog y de su autor.
Para empezar, cualquiera que me conozca sabrá que, una vez me lanzo a algo (y el escribir en este blog está más que lanzado) no necesito demasiados ánimos (aunque se agradecen). Ánimo sí que necesita él, porque sólo me he leído en diagonal algunas de sus entradas y de las del criticado Rafael Silva y para aguantar semejante mejunje neocom de la peor especie sí que hace falta cuajo.
Dicho lo cual, aprovecho para explayarme un poco sobre mí, un tema que, como podrá fácilmente comprenderse, no me resulta desagradable.
Soy español, católico, de derechas y rondo el medio siglo (por debajo, todavía). Tengo, por lo tanto, edad suficiente para recordar la noticia de la muerte del payaso Fofó y a Arias Navarro diciendo aquello de Españoles, Franco ha muerto. Cuando era más joven (más niño, realmente) sentía una cierta simpatía por los socialistas, pero las palabras de un compañero de colegio (gracias, Alfredo) que me pasaría hoy día (todavía) por la derecha me hicieron decantarme por la opción política que hoy día tengo. Supongo que en el Reino Unido votaría conservador y en Estados Unidos republicano, aunque en este último país sería (o quiero pensar que sería) de lo que llaman libertarios (que no puede estar más alejado de lo que ese término supone en España).
Empecé a escribir el blog por la misma razón que creé una página web: porque (casi) todo el mundo lo hacía (y eso que siempre he abominado de las modas). Entonces lo hacía esporádicamente, como puede comprobarse consultando el archivo del blog. Y no comentaba noticias políticas, al menos no principalmente, sino gazapos periodísticos y cosas así (aquello sí que eran entradas breves, a veces de sólo una línea).
Luego tuve un par de años en que publiqué una entrada al día. El primer año, de media: podía estar diez días sin escribir, y luego escribir y publicar diez entradas de golpe. Entonces descubrí la maravilla de poder programar el momento en que se publicaría la entrada, y adopté la costumbre de publicar una al día; generalmente, a medianoche. En general escribo la entrada el día anterior a la publicación; si puedo, por la mañana, y por la tarde (o por la noche, en casos extremos) si no puedo. Si preveo que voy a estar una temporada en un sitio sin internet o, más bien, sin acceso a mi ordenador (actualmente hay internet casi en todas partes), me fuerzo a escribir varias entradas cada día durante el período anterior a fin de tener suficientes programadas para cubrir mi ausencia.
Como he dicho, procuro publicar una entrada por día (sin contar los comentarios a los libros que leo, las citas literarias o cinematográficas, la psicología del octavo pueblo o las siempre proyectadas series de entradas sobre Tolkien y sus runas). Sin embargo, hay ocasiones en que una noticia importante (la elección de un nuevo Papa, así a bote pronto es lo primero que se me ocurre) reclama un comentario inmediato (en general, y salvo que el fichero de Word en que voy poniendo los enlaces a las noticias que comentaré se corrompa –cosa que, lagarto lagarto, hace tiempo que no ocurre-, suelo tener un mínimo de diez días cubiertos), o que la avalancha de noticias (el butifarrendum, sin ir más lejos) es tal que las noticias se amontonan. En tales casos, duplico (y hasta triplico y cuadruplico en ocasiones) el ritmo de publicación. Así es como, año tras año, voy superando el número de entradas del anterior; aunque yo diría que este año puede romperse esa racha alcista.
En cuanto al nombre del blog, el origen está en unas presentaciones de Power Point que enviaba cada Viernes anunciando precisamente que ya era Viernes y deseando un buen fin de semana. La cosa comenzó con un gif animado de Stan Laurel y Oliver Hardy bailando alegres, para luego añadir otras imágenes. La cosa luego aumentó con comentarios sobre lo ocurrido durante la semana, y acabó derivando inevitablemente (luego se verá el porqué del adverbio) hacia la política (todavía creo que la presentación de la semana en que zETAp habló en la Asamblea Nacional francesa en un francés espantoso, y en la que en la asamblea legislativa catalana se trató el tema del tres por ciento, es de lo mejor que he escrito: estaba toda ella redactada en un francés fonético y empezaba Mesiés e medam, ye sui isí inotrefuá), lo que hirió, también inevitablemente (tengo amigos que no piensan en política como yo, aunque a alguno le pueda extrañar), algunas sensibilidades. Uno de esos amigos me dijo que me había pasado siete pueblos con no sé qué comentario, y la conclusión fue lógica: estaba, entonces, en el octavo pueblo, y desde allí enviaba mis crónicas. Con el tiempo, dejé las presentaciones y me pasé al blog.
¿El motivo de seguir escribiendo el blog? En primer lugar, de desahogo. Me tengo por persona inteligente (la modestia, en cambio, no es un rasgo que me adorne, precisamente), y tengo, como casi todo el mundo, una opinión sobre todo. Dichas opiniones no son a veces originales, pero otras sí: de hecho, hay ocasiones en que he dicho exactamente lo mismo que columnistas políticos dirán (o yo leeré) después de haber escrito mi entrada. Y si no expreso dichas opiniones, reviento, así que nada mejor que expresarlas. Si haciéndolo no hiero a nadie (directamente: si envío la presentación, el receptor se puede molestar; pero el que entra en mi blog lo hace por propia voluntad, y en el encabezado está la advertencia de lo que se va a encontrar), miel sobre hojuelas.
En segundo lugar, para dar un argumentario a aquellos que me leen. El problema de la izquierda, los nacionalistas y sus voceros es que nadie, salvo excepciones, les lleva la contraria. Y no por llevarles la contraria, sino para poner en evidencia las trolas, embustes, falacias e inexactitudes (cuando no insensateces) que sueltan cada vez que abren la boca (o que aprietan las teclas). Como he dicho, me tengo por inteligente y sé que tengo cultura (más que la media). Exponiendo en este blog esas opiniones y las razones que las fundamentan doy, para aquel que me lea y que quiera aprovecharlo, argumentos para el debate. No para, como dice Conservative, conseguir que algún alma descarriada vuelva al redil, porque suelen ser duras de mollera; sino para no darles la satisfacción de que nadie les cierre la boca.
Voy terminando. En cuanto al estilo del blog, procuro combinar el sentido del humor (debo bastante, creo, a Jiménez Losantos y a Ussía, a quienes disfruto leyendo aunque el turolense a veces se pase de venao) -porque nada hay que les joda más que el que no se les tome en serio o, al menos, que se les chotee- con el empleo de la lógica más aplastante. Es decir, no me pierdo en jeribeques ni artificios filosóficos, sino que tomo al pie de la letra lo que dicen o escriben y doy la respuesta más inapelablemente rígida (a falta de un adjetivo mejor que ahora no logro encontrar) que puedo. También tiro de mi afición a las perífrasis (no uses una palabra si puedes emplear cuatro para decir lo mismo) y a los motes: doña Rojelia es la alcaldesa de Madrid porque es vieja, arrugada y roja; la bruja Piruja es la de Barcelona por el apócope (no estoy seguro de que éste sea el recurso estilístico empleado: prótesis, epéntesis, paragoge, aféresis o síncopa serían las alternativas, aunque la segunda y la quinta están casi descartadas) de su nombre; Junior es el líder de los neocom porque su tocayo Senior fundó el partido que él pretende desbancar como hegemónico en la izquierda, y su partido es el que es como un juego de palabras entre neocon y el hecho de que no son sino los comunistas de siempre con un disfraz distinto; y así sucesivamente.
Llevaba tiempo queriendo explicar todo lo que antecede. Por fin me he quedado a gusto.