Hay cosas que se dicen y que pueden no ser ciertas pero que, por referirse a quien se refieren, suenan verosímiles.
Tomemos el caso del psicópata de la Moncloa,
que no fue al funeral del papa Francisco. Las malas lenguas dicen que lo hizo
para no tener que compartir dos horas de vuelo en el Falcon con el jefe
de la oposición, Alberto Núñez Feijóo.
Puede ser falso. Pero lo que es cierto es que
quien preside el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de
padecer, el protocolo se lo pasa por el escroto. Es el perfecto ejemplo de primero
yo, luego mi persona y finalmente mí mismo.
Lo malo no fue eso. Lo malo fue que, a nivel
gubernamental, nuestra representación la detentaron Egolanda y Petisú,
otras dos que tal bailan, y que se dedicaron a hacerse autofotos en la Plaza de
San Pedro.
A éstas dos no es que se les vea el pelo de la dehesa, es que les rebosa por todos los poros.
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