No ha tardado mucho el diario de La Sexta en mostrar sus verdaderos colores (su color, habría que decir: como en el anuncio de una conocida marca de coches, parecen verdes, pero en realidad son rojos).
Con motivo de la beatificación de 498 mártires asesinados durante la Guerra Civil española, dicha publicación considera noticia el hecho de que todos ellos fueran asesinados por las tropas (llamémoslas así) republicanas, como considerando que la Iglesia considera buenos a los muertos por una de las partes y malos a los muertos por la otra.
Y esto no es así. Lo que ocurre es que, por esas casualidades de la vida, sólo uno de los bandos se dedicó a asesinar a católicos. Y este bando, mal que les pese a los retroprogres del mencionado diario, fue el de los (llamémosles así) republicanos.
No quiere esto decir que en el otro bando no se persiguiera a la gente por sus ideas u opiniones. Por poner dos casos, García Lorca y Miguel Hernández. Que, convenientemente, han sido elevados a los altares de la retroprogresía como mártires por sus ideas.
Lo cual es perfectamente lógico y razonable. Igual que lo es el que la Iglesia Católica considere dignos de admiración a aquellos católicos que murieron por serlo, proclamando su fe (y, en muchos casos, perdonando a sus asesinos, cosa que no creo hicieran ni Lorca ni Hernández).
Con motivo de la beatificación de 498 mártires asesinados durante la Guerra Civil española, dicha publicación considera noticia el hecho de que todos ellos fueran asesinados por las tropas (llamémoslas así) republicanas, como considerando que la Iglesia considera buenos a los muertos por una de las partes y malos a los muertos por la otra.
Y esto no es así. Lo que ocurre es que, por esas casualidades de la vida, sólo uno de los bandos se dedicó a asesinar a católicos. Y este bando, mal que les pese a los retroprogres del mencionado diario, fue el de los (llamémosles así) republicanos.
No quiere esto decir que en el otro bando no se persiguiera a la gente por sus ideas u opiniones. Por poner dos casos, García Lorca y Miguel Hernández. Que, convenientemente, han sido elevados a los altares de la retroprogresía como mártires por sus ideas.
Lo cual es perfectamente lógico y razonable. Igual que lo es el que la Iglesia Católica considere dignos de admiración a aquellos católicos que murieron por serlo, proclamando su fe (y, en muchos casos, perdonando a sus asesinos, cosa que no creo hicieran ni Lorca ni Hernández).
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!