Ha muerto Pepe Rubianes. El desgraciado aquel que dijo lo de que le revienten los cojones (o algo así) a la puta España (sic). No voy a decir que me alegre de su muerte, pero tampoco lo he sentido en absoluto. Y como no me gusta nada eso de poner por las nubes a los difuntos, aunque en vida hayan sido unos hijos de siete padres (es que me encanta esa forma de llamar a los hijos de puta que encontré en la novela Centennial, de James A. Michener), pienso (y digo) ahora lo mismo que pensaba y decía entonces: Rubianes era un desgraciado y un intolerante. Y ojalá que le hubieran reventado los dídimos a él, ya puestos.
Otra incorrección: ha dicho el de las zejas que ningún español puede apoyar lo de Lazcano (el joven que, maza en mano, ha arremetido contra una taberna de los etarras para destrozarla). Pues no es por llevar la contraria al personaje (que también), pero yo sí apoyo lo que ha hecho ese joven. Es más, estoy convencido de que muchos españoles lo apoyan. De hecho, si hubiera más como él, serían los terroristas los que estarían acojonados, como ocurrió tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Lo que ocurre es que no tenemos huevos.
Otra incorrección: ha dicho el de las zejas que ningún español puede apoyar lo de Lazcano (el joven que, maza en mano, ha arremetido contra una taberna de los etarras para destrozarla). Pues no es por llevar la contraria al personaje (que también), pero yo sí apoyo lo que ha hecho ese joven. Es más, estoy convencido de que muchos españoles lo apoyan. De hecho, si hubiera más como él, serían los terroristas los que estarían acojonados, como ocurrió tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Lo que ocurre es que no tenemos huevos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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