Al respecto de la serie que comienza con este
volumen hay que señalar dos peculiaridades.
La primera es que, dada su longitud, quise
esperar hasta tenerla completa para comenzar a leerla, no fuera a ser que me
ocurriera lo mismo que con La Nueva Orden Jedi. Tenía, además, que encontrar
un hueco para leerla, ya que la cola de libros adquiridos pendientes de leer
-en cuyas cuentas nunca incluía los de esta saga, o bien añadía y, además,
veintitantos de una saga de espada y brujería- llegó a ser de varias
docenas. Resumiendo, que desde que me regalaron los primeros cuatro volúmenes
de la edición española (esta precisión tiene que ver con la segunda
peculiaridad), han pasado once años casi exactos. Como solía decir también, me
los he comprado todos sin haber leído ni una página, así que más valía que me
gustaran. A mi favor jugaba el que, literariamente (cinematográficamente
también), tengo unas tragaderas bastante amplias.
La segunda peculiaridad es que cada volumen
de la edición original se editó en España (la edición que tengo yo) dividido en dos (actualmente se está reeditando como Dios manda, a volumen español por volumen original). Así
las cosas, tenía dos opciones: o bien hacía un comentario por cada volumen en
español -lo que haría subir el número de títulos comentados a lo largo del
año-, o bien me ceñía a la edición original y agrupaba los títulos (en español)
de dos en dos. Por coherencia con casos semejantes -especialmente la saga de Fafhrd y el Ratonero Gris, de Fritz Leiber, que leí en dos volúmenes pero de la
que escribí un comentario por cada uno de los títulos en inglés… un poco trabalenguas,
pero creo que se me entiende-, decidí seguir esta segunda opción.
Y tras esta larga perorata introductoria,
vamos con el comentario del libro en sí. Para empezar, hay que decir que no va
a ser un sufrimiento leerme todos los libros, aunque las (calculo así a ojo) cerca
de diez mil páginas, además de ser la serie más larga que haya leído nunca (ahí
ahí debe andar la mencionada Nueva Orden Jedi, pero ésta es de varios
autores), va a resultar un poco pesadita. El autor parece seguir la máxima (vamos
a llamarla la Regla Cero de un mago) de no dejar a un sustantivo sin su
correspondiente adjetivo (o adjetivos), además de que los personajes (e incluso
el narrador) sueltan largas digresiones a las primeras de cambio.
He leído por ahí (y me han contado) que la
serie abusa un poco de la violencia y el sexo. La violencia sí, esa parte
parece guionizada por Quentin Tarantino, pero en cuando a lo del sexo se
mantiene dentro de los limites de lo tolerado para menores. Se insinúa
mucho, pero a la hora de la verdad es como lo que ocurría en Falcon Crest:
se desnudan, se van a la cama… y se apagan las luces. Por otra parte, el autor
resulta bastante recatado: llegado el caso, no habla de pelotas, huevos
o incluso testículos, sino que emplea el eufemístico sus partes.
Los personajes no es que tengan demasiada
profundidad, son casi arquetipos, aunque dado su nivel de poder Kahlan dista
mucho de ser la típica damisela en apuros. La geografía no es demasiado
elaborada, y las reglas mágicas que rigen este mundo resultan apenas
bosquejadas. La identidad del traidor resultó, por eliminación, relativamente
sencilla, y el doble giro argumental final podría estar inspirado en otra saga
que no mencionaré para no dar pistas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!