Los votantes del partido de la mano y el capullo han demostrado ser capaces de tragar con cualquier cosa con tal de que no gobierne la derecha… la verdad, no sé por qué, porque cuando la derecha ha gobernado, tampoco es que haya desmontado nada de las excreciones de la izquierda.
Pero me estoy desviando del tema. El hecho es
que el psicópata de la Moncloa, el desgobierno socialcomunista que tenemos la
desgracia de padecer y la izquierda en general son capaces de decir las mayores
barbaridades sin que se les mueva un músculo de la cara.
Proclaman ser los más feministas, pero defecan
detritos normativos que ponen en la calle a violadores y maltratadores…
probablemente porque sus propias filas están trufadas de semejante escoria. Afirman
defender la igualdad, pero tratan mejor a aquellos que, políticamente hablando,
les tienen agarrados por los dídimos, ya lleven barretina o calcen babuchas. Alardean
de la importancia internacional de España, pero nunca la piel de toro ha
pintado tan poco como ahora.
Y como el yerno del proxeneta lo fía todo a la mercadotecnia, se marcha vestido de indie a la cadena musical de la radio pública estatal, afirmando tener unos gustos en la materia que probablemente sería incapaz de tararear ni por aproximación.

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