Hay una expresión española, bastante pesimista, que dice que otro vendrá que bueno me hará. Viene a ser la contrapartida de que toda situación, por mala que parezca, es susceptible de empeorar todavía más.
Esto ha ocurrido con los últimos secretarios
generales del partido de la mano y el capullo: cuando parecía que la cosa ya no
podía ir peor, llegaba otro que, por comparación, hacía que el predecesor
pareciera un cruce entre Cicerón y Solón.
Y también con los últimos fiscales
particulares del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
A la entonces barragana del ex juez prevaricador le sustituyó uno que acaba de
ser condenado por revelación de secretos. Y al reo le ha sustituido una que el
infausto 8 de Marzo de 2.020, cuando ya había seiscientos setenta y cuatro
casos de COVID-19 y diecisiete muertos de lo que acabaría convirtiéndose en una
pandemia mundial, alentó las concentraciones proclamando nos vemos en la manifestación feminista.
Francamente, uno tiembla de pensar en lo que, en uno y otro caso, vendrá detrás…

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