Siendo ministra de Cultura la indocta egabrense, dijo aquello de que el dinero público no es de nadie. Teniendo en cuenta que, siendo doctora en Derecho Constitucional, afirmó en sede parlamentaria que la Constitución de 1.978 no reconoce la igualdad entre hombres y mujeres, no podía esperarse que tuviera nociones mucho mayores en cualquier otra materia.
En realidad, lo que hizo la que acostumbraba
a hablar (por teléfono) en bragas con los alcaldes (la susodicha dixit) no fue
sino verbalizar lo que ha sido la norma de conducta de los miembros del partido
de la mano y el capullo a lo largo de toda su historia, una vez han alcanzado
el poder: considerar lo público -el dinero, pero también los bienes, los
servicios…- como destinado a su uso y disfrute.
Así, cuando uno lee el titular de que Correos compra ciento cincuenta patinetes para sus repartidores y los sindicatos se niegan a su uso, lo que uno piensa es, además de en qué demonios estaría pensando el organismo para hacer semejante dispendio, quién se habrá beneficiado de semejante adquisición.

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