domingo, 7 de diciembre de 2025

El espíritu de las leyes

En una democracia medianamente decente -ya lo señaló Charles de Secondat-, los poderes públicos son independientes unos de otros y se contrapesan unos a otros.

España está bastante lejos de ser una democracia siquiera medianamente decente, al menos en el momento presente… pero al menos uno de los poderes, como la aldea de los irreductibles, resiste frente al empuje del psicópata de la Moncloa y su desgobierno socialcomunista, que tenemos la desgracia de padecer.

Y así, el Tribunal Supremo condenó al fiscal particular del gobierno a dos años de inhabilitación y doce meses de multa. No por mentir o decir la verdad, sino por haber dicho algo que, por razón de su cargo, debería haber callado.

Algo que no parecen ser capaces de comprender todos los que están a la vera del gobierno, entre ellos el psicópata, que afirmó que iban a defender la soberanía popular frente a aquellos que se creen con la prerrogativa de tutelarla. Para empezar, no existe en España tal cosa como la soberanía popular. De hecho, quienes suelen referirse a cosas populares (democracias, repúblicas, organizaciones…) suelen ser los mayores liberticidas que el mundo ha visto, los epígonos del jeta vacacional.

Lo que sí que hay en España, consagrada en la Constitución, es soberanía nacional, de la que emanan los poderes del Estado. Entre ellos el judicial, que quizá no tiene la prerrogativa, pero sí la misión -compartida- de defenderla.

Y mientras, el ninistro Bolardos afirmaba que hay quienes ponen en duda la labor de periodistas, inspectores de Hacienda y Fiscales. Y no es así: sólo de algunos, de aquellos que se convierten en mamporreros y correveidiles de ese gobierno que dice que siempre los va a defender.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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