Asumámoslo. Cualquier situación, por mala que sea, es susceptible de empeorar. Ya era malo el primer gobierno de
Pancartero, con aquellos ocho figurines (¿?) que casi lo primero que hicieron fue posar con
trapitos en las escaleras de La Moncloa (y luego, la
Vicevogue se extraña de que la llamen así... le cogió tanto gusto a la cosa que no ha parado de estrenar modelito tras modelito). Luego, la cosa fue empeorando. Se fue retirando el (escaso) cerebro que había al principio, para dejar paso a los
inetos, siempre que fueran leales al jefe. Pero
la última renovación ha sido el acabóse. Toda la inteligencia del Gobierno concentrada en una sola persona, Ru-Gal-Caba... y el ascenso (otro sueldo) de la Pajín a la (in) dignidad ministerial (de Sanidad, nada menos... una que ha llevado una de esas pulseras magnéticas perfectamente inútiles...). El único consuelo es que no puede hacerlo peor de cómo se ha desempeñado como secretaria de (des) organización del PSOE... ¿o sí?
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!