Pongamos que en lugar de ser el presidente de Greencaca española el que entrara sin ser invitado en la reunión de la cumbre de Copenhague hubiera sido, digamos, el presidente de la Conferencia Episcopal. ¿Qué habría dicho la progresía en ese caso? Ya está la Iglesia queriendo meterse en todo. A la cárcel con él, y que cumpla la pena pertinente. Pues eso mismo es lo que pienso yo del sedicente ecologista.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario