No deja de resultar gracioso que una ley estúpida hecha por los progres sea aplicada en perjuicio de esos mismos progres. Y es que, a veces, una bofetada es el único modo de razonar (por así llamarlo) con un hijo. Yo mismo (y mis hermanos), de pequeño recibí algunas, y no he salido tan mal… (bueno, algunos dirían que eso es opinable…).
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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