Ahora resulta que, por cantar las verdades del barquero, Aznar (dicen algunos) daña la imagen de España. O sea, que se puede decir lo que se piensa cuando se está de acuerdo con el (des) Gobierno, pero si lo que se va a decir supone una crítica... ¡ah, no, ni hablar del peluquín!
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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