Primero, los negocios empiezan a oponerse a la chekista ley antitabaco (si está en contra del tabaco, ¿por qué el Gobierno lo grava con inpuestos exorbitantes?); luego, denuncian a los denunciantes; finalmente, empiezan a aparecer los negocios en los que se asume que lo habitual es que el cliente sea fumador.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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