En general, considero que, salvo las lógicas excepciones, el gremio de los titiriprogres está lleno de impresentables. Por ello, es agradable sorprenderse de vez en cuando con muestras de coherencia por parte de alguno de sus miembros, como es el caso de Alex de la Iglesia, al anunciar que, ante el fracaso de sus gestiones para acercar posturas en el ámbito de la Ley Sinde, dimitirá como presidente de la Academia del Cine.
En cambio, la suprascrita ministra, también perteneciente al gremio de los titiricejas, ha dado buena muestra de sus convicciones escasamente democráticas. En lugar de dejar que sean los propios académicos quienes elijan al eventual sucesor de De la Iglesia, se permite señalar a su candidata.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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