Lo peor de los chillones enemigos de la Iglesia no es que estén en contra de ella. No, todos tienen derecho a creer en lo que les parezca (aunque los anticatólicos parezcan negarnos ese derecho a los católicos), incluso a no creer en nada en absoluto.
Lo peor es su absoluta falta de educación, en ambos sentidos: no sólo son chillones, soeces, impertinentes y con mal gusto. Es que, además, sus proclamas, declaraciones y dicharachos demuestran un nivel intelectual francamente lamentable. Si eso es un ejemplo de la juventud laicista, apañados vamos...
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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