En cualquier país medianamente cuerdo, a nadie se le ocurriría semejante mamarrachez, y perdón por el palabro. Pero en este país de locos, no es sólo que a un senegalés, cuando es detenido en La Coruña, se le ocurra decir que quiere declarar en vascuence; es que, además, a nadie le sorprende demasiado semejante despropósito. Total, si hay traductores en el Senado para que un cuarto de millar de españoles se entiendan entre sí, ¿por qué no iba un extranjero a aprovecharse de semejante estado de cosas?
Afortunadamente, el juez de guardia le comentó la dificultad de encontrar un intérprete, lo que provocaría que tuviera que esperar más horas en los calabozos. Finalmente, el subsahariano declaró en español.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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