Siempre me ha repateado esa costumbre del progretariado que, por presumir de progres, de gente común, de todos somos iguales, abandonan las normas de elemental educación y cortesía: esa manía de los sindicalistas de no usar corbata, ni siquiera en circunstancias de cierta solemnidad (también es verdad que fabricar una corbata a la medida de Cándido Mendaz requeriría un considerable esfuerzo), la boutade de Pilar Rahola de llamar ciudadano Borbón al Rey (le guste o no, y mientras no cambien las cosas, el Rey es el Jefe del Estado, y como tal se le debe un respeto)…
En fin, que por una vez y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con el del implante capilar: me parece impresentable que un ministro (nada más y nada menos) aparezca en el Congreso descorbatado. ¿Que pasa calor? Pues que se joda y lo pase, que bien que le pagamos para que se aguante un poquito. Que no es por él, es por aquellos que le pagamos el sueldo.
Y no me vale el ejemplo de que Morales o Correa, en actos oficiales y solemnes, no usan corbata: que repasen las fotografías y verán que, en tales ocasiones, llevan la camisa abrochada hasta el último de los botones…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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