Quizá sólo sea casualidad, y lo que ha sucedido se habría producido igualmente si hubieran sido otros los que gobernaran en España. Pero el caso es que la semana pasada ocurrieron unas cuantas cosas que hace sólo seis meses se nos hubieran antojado inimaginables.
Para empezar, un buque de la Armada destinado en el Océano Índico respondió a un ataque pirata abriendo fuego. Tan es así, que en el ataque murió uno de los atacantes. En tiempos de Desatinos (que siga esperando altos destinos… por mucho tiempo) o de la S’ita Trini (supongo que su subvención para la resolución de conflictos con los hipopótamos –a propósito, el animal más peligroso para el hombre de toda África, y con gran diferencia sobre el segundo- la habrá hecho por afinidad morfológica) les habríamos dado la bienvenida a bordo del buque, les habríamos pagado un rescate y les habríamos pedido disculpas.
A continuación, los indignantes proclamaron su intención de colarse en el Metro de Madrid sin pagar. ¿Y qué hizo la policía? Pues darles una tunda de palos, que eso es lo que se merecen por jetas y por gamberros (pero hombre, perroflautas, es que esas cosas no se avisan… es más divertido cuando resulta una sorpresa, y hay menos posibilidades de que os pillen). Eso sí, la reacción de los apaleados y sus correligionarios es de traca: desde considerarlo todo una muestra de los poderes establecidos hasta proclamar que esto es sólo el principio y que la lucha continúa (se ve que no han recibido bastante y piensan volver a por más).
En relación con esto, a un grupito de estos soplagaitas que montaron una sentada en plena Plaza de San Pedro (sí, sí, en la Ciudad del Vaticano) les echaron de igual manera. Y todavía se extrañan. ¿Qué esperas, si te topas con la Iglesia? Pues un saco de h… omilías (mal pensados, que sois unos mal pensados; y yo, un fautor de chistes pésimos, ya lo sé).
En fin, que es agradable ver que, al menos en parte, las cosas son como se supone que deben de ser. Al menos, desde mi punto de vista...
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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