No se trata de ser elitistas y limitar el acceso a los altos puestos de la Administración y el Gobierno a aquellas personas que tengan una carrera universitaria; aunque sería deseable que los tuvieran, porque se puso de Ministro del Interior a un electricista y pasó lo que pasó (eso, por no hablar de casos más recientes).
Sin embargo, resulta curioso que sean precisamente los suciolistos los que más se esmeren en inflar sus currículos. Ellos, que en teoría defienden la igualdad (por abajo, claro), deben tener algún tipo de complejo, porque lo de inflar currículos ya viene de largo: ya Luis Roldán se ponía carreras con el mismo desparpajo con el que trincaba de la caja del Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil. En tiempos más recientes han sido Ma Chacón, Pepiño y Masturbito los que han inflado sus currículos. Y la costumbre no cesa: ahora es Elena Valenciano la que presume de tener dos carreras a falta de una, y aporbadas ambas a los veinte años, que eso sí es capacidad. Pillada en el renuncio, se despacha con un me aburría y ahora me da pereza acabar.
Como he dicho, no se trata de titulitis. Se trata, lisa y llanamente, de honestidad: si mienten en algo tan (relativamente) nimio como un título académico, ¿en qué más no mentirán?
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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