Que las llamadas democracias populares eran de todo menos democráticas (se solía decir que la República Democrática Alemana no era ni república, ni democrática, ni Alemania) era cosa sabida y admitida por cualquier persona con un mínimo de honestidad intelectual… lo cual eliminaba de raíz al progretariado occidental.
Ahora tenemos la confirmación de que los partidos occidentales de izquierda también tienen un concepto, digamos, peculiar de lo que es la democracia. Así, tras la victoria del Partido Popular en las elecciones generales de Noviembre, se han ido organizando diversas algaradas callejeras (las cuales, curiosamente, no se producen en Andalucía –de momento-, donde el PSOE lleva treinta años gobernando). Las últimas y más graves se han producido en Valencia, tomando como pretexto unos pretendidos recortes (recortes que se han demostrado falsos). Ante la legítima y legal actuación policial, los energúmenos respondieron con violencia de palabra y de obra. Los partidos de extrema izquierda se apresuraron a mostrar su apoyo a los manifestantes, aunque quedara demostrado que, además de fundamentarse en unas premisas falsas, ni uno solo de los detenidos era alumno del instituto-pretexto. Y, en un retroceso de ocho años, en Madrid se cercó la sede nacional del Partido Popular.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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