Cuando
era pequeño decidí que mi equipo de
fútbol sería el Real Club Deportivo Español de Barcelona. Me gustó el nombre: español, es decir, de España. Más tarde me enteraría de la razón del nombre: español no como opuesto a catalán, sino como opuesto a extranjero (y, más concretamente, suizo).
Ya
me molestó cuando le cambiaron el nombre a la entidad, catalanizándola (una
amiga mía, cuando se refiere al equipo, marca mucho el tema, viniendo a decir Espan yol, como si fueran dos palabras
distintas). Pero ahora va la nueva directiva y decide introducir en las
camisetas la bandera catalana. Como es dudoso que se trate de un homenaje a la
bandera española a través de su antecedente (puesto que la rojigualda proviene
de los colores de Aragón… igual que la bandera catalana), sólo cabe atribuir la
decisión a una actitud maricomplejines,
en plan a ver si, demostrando que somos
de los suyos, nos tratan un poco mejor. Van aviados…
Evidentemente,
a la afición perica semejante decisión le ha sentado igual que una patada en el epidídimo…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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