No,
no me refiero a la novela de Dickens (novela que aún no he leído, pero que
caerá un año de estos), ni tampoco a ninguna de las películas que se han hecho
basándose en dicha novela (ninguna de las cuales he visto, que recuerde, aunque
tengo la protagonizada por Alec Guinness… también caerá, seguro). Me refiero a
las que algunos concebimos cuando se descubrieron, prácticamente intactos, losrestos de uno de los vagones en los que estallaron las bombas el 11 de Marzo de2.004. Esperanzas de que quizá se podría, al fin, empezar a arrojar un poco de
luz sobre cómo se planeó aquella masacre que cambió, de modo indudable, el
curso de la historia de España.
Quizá
deberíamos haber empezado a desilusionarnos cuando se nombró Ministro de
Justicia a Alberto Ruiz-Gallardón, uno de los más señalados defensores dentro
del Partido Popular –y son legión- de la tesis de no mirar atrás en lo que se refiere a aquella infamia. O también
cuando se encargó la investigación al Fiscal Jefe de Madrid, de conocidas
tendencias partidarias de cierto partido con una rosa en su emblema. Pero no lo
hicimos. Contra viento y marea, mantuvimos la esperanza.
Quizá
por ello el golpe con la realidad ha sido más duro. Cuando la Fiscalía haanunciado el archivo de la investigación sobre el foco del 11-M, los expertos
independientes, los expertos de verdad, siguen clamando justicia, mientras las
víctimas sienten que se les cierran las puertas y se machacan sus esperanzas.
Mientras, el Ministro de Justicia declara que respeta escrupulosamente la decisión de la Fiscalía. Cómo no…
Al
menos, la Audiencia Provincial de Madrid ha ordenado investigar a las rumanasque declararon contra Jamal Zougam, el único condenado por el atentado que, de
ser cierto todo lo declarado contra él, tendría el poder cuasidivino de la
polilocación… Y, al menos, algunos en el Partido Popular consideran que no se
ha investigado hasta el final…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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