No sé si es la casa de Tócame Roque o el potorro de la Bernarda (así, la expresión pasa de grosera a ridícula, aunque siga siendo de mal gusto), pero el caso es que en la trama (bulos) de corrupción (fango) que salpica (insidias) al partido de la mano y el capullo en general, al desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer en particular, y al psicópata de la Moncloa y su entorno en concreto, al final todos aparecen en todas partes.
Como el directivo de La Caixa a la que la
pareja del psicópata pidió cuarenta mil euros anuales durante cuatro años (por
el bien común, decía la interfecta), que resulta que también patrocinó la Ópera
joven del teledirector de orquesta (como una oportunidad para fortalecer
los lazos con Portugal).
Por falta de excusas peregrinas para argumentar lo que sea no será, desde luego. Que luego sean verosímiles, ese es otro tema.
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