Finalmente, la Real Academia Española de la
Lengua ha dicho algo que es de sentido común: que el políticorrectañol (el palabro es mío) ni es un lenguaje ni es nada.
Vamos, que con el sedicente lenguaje no sexista es imposible hablar como Dios manda.
Evidentemente, de los primeros en apoyar
semejante declaración ha sido Pérez-Reverte, un individuo que no se casa con
nadie (salvo consigo mismo) y que dice lo que piensa, guste a quien guste y
moleste a quien moleste.
Y, también evidentemente, el progretariado ha salido en tromba a
criticar que la RAE opine sobre el lenguaje: de los sindicatos a las
asociaciones feminazis, todos (y
todas) califican de aberración contra la humanidad (¿sabrán acaso lo que significa aberración?) y piden un lenguaje más democrático. Entendiendo por
democrático, claro está, lo que a semejante caterva de indocumentados
intelectuales les parece bien. Como en las cada vez menos democracias populares, vaya…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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