El problema de los grupos autodenominados ateos o laicistas es que no son tales, sino más bien anticristinanos y, más
específicamente, anticatólicos. Sólo así se explica que todas sus actuaciones y
provocaciones se dirijan, invariablemente, contra los católicos. Las
jovenzuelas que se despelotaron en la capilla de la Complutense no tendrían los
ovarios necesarios para hacerlo en la Mezquita de la M-30 (y eso que el Islam
trata mucho peor a las mujeres de lo que puedan hacerlo los católicos); y los manifestantes
durante la Jornada Mundial de la Juventud no tendrían las narices precisas para
interrumpir el rezo de los Viernes de los musulmanes.
Por otra parte, esa gentuza comente errores
semánticos de bulto. Pretendían hacer una procesión
atea en Jueves Santo, cuando ambos términos se dan de bofetadas, como lo
hacen los de bautizo o primera comunión laicos.
Afortunadamente, en la Delegación del Gobierno en Madrid tienen las cosas
claras y han prohibido semejante provocación. Porque eso es de lo que se trata:
de provocar a los que no van a responder como los provocadores se merecen. Lo
dicho: si les va la marcha, que se vayan a una mezquita con sus proclamas ateas…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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