Fuimos bastantes (no los suficientes, parece) los que desconfiamos del enésimo alto el fuego definitivo de los asesinos de ETA. No permitimos que el deseo de ver el fin de la banda terrorista nos obcecara tanto como para no percibir que se trataba, como siempre, de una trampa del grupo de ultraizquierda (ni mafiosa, ni fascista, ni cojones: son de ultraizquierda, por mucho que les joda a los biempensantes), deseoso de aprovechar los presumibles estertores finales del gobierno de zETAp y los complejos del previsible gobierno de Mariano Rajoy.
Y no nos equivocamos. Antes o después, el leopardo siempre muestra sus manchas… o, para emplear una simbología más adecuada, la víbora siempre acaba soltando su veneno. Y no ha habido que esperar demasiado, menos de seis meses: esta misma semana, en la Audiencia Nacional, tres miserables pertenecientes a ese grupo de asesinos se han jactado de su pertenencia a semejante grupo de indeseables, y han hecho un llamamiento a seguir atentando.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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