Los suizos son un pueblo bastante pintoresco.
Para empezar, fieles a su política de neutralidad, no ingresaron en la
Organización de Naciones Unidas hasta el 10 de Septiembre de 2.002… a pesar de
que algunos organismos de dicha Organización tenían su sede en su territorio.
Por otra parte, son uno de los pocos países
del mundo, sino el único, donde funciona la democracia directa. Cada dos por
tres están organizando referenda sobre las cuestiones más pintorescas; aunque
así, al menos, se puede estar seguro de que la voluntad popular es reconocida.
Últimamente Suiza ha generado titulares por
dos decisiones tomadas en sendos referenda. Una de ellas fue el rechazo a aumentar las vacaciones de cuatro a seis semanas. Tal decisión no es de
extrañar en un pueblo tan laborioso como el suizo. En España, seguramente, el
resultado habría sido muy otro…
La otra decisión fue criticada por la
izquierda, los ecologistas y numerosas asociaciones, que la consideran liberticida (siguiendo el principio de Mafalda, sólo viendo
quiénes la criticaban sería suficiente para convencerse de la bondad de la
propuesta): a partir de ahora, cuando se organice una manifestación sin
autorización o cuando ésta se haya autorizado pero, finalmente, no se produzca,
los organizadores serán multados con hasta 100.000 francos suizos (83.000
euros); además, las autoridades podrán prohibir las manifestaciones en algunos
lugares, incluso en el centro de la ciudad. En este caso, no estoy tan
convencido de que el resultado en España hubiese sido diferente: los indignantes no se cansan de escribir que
los políticos no les representan,
pero la verdad es que los perroflautas
tampoco es que representen a nadie… salvo, quizá, a ellos mismos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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