No vi de continuo el Real Madrid – F.C. Barcelona del pasado sábado. Andaba planchando camisas. Sí, debo ser uno de los pocos españoles a los que planchar camisas no sólo no les molesta, sino que incluso les produce una cierta satisfacción.
Bueno, a lo que iba. El partido. Digo que no lo vi de seguido, pero sí que vi la ocasión en la que Messi, magnífico delanteto, soltó un zapatazo a escasos metros de la grada, enviiando la pelota contra los espectadores.
No entraré en el tema que ya han sacado los comentaristas (no los apesebrados del Barcelona, por supuesto) de que, de tratarse de un jugador del Madrid (y no hablemos ya si se tratase de Cristiano Ronaldo) el autor de tal desaguisado le habrían crucificado allí mismo. No. Lo que quiero señalar es que, cuando le enfocan las cámaras, durante apenas un segundo, en la cara de Messi hay una sonrisa bastante apreciable. Luego recupera la compostura y pone su típica cara de no haber roto un plato en su vida.
Lo que quiero decir es que, yendo de angelitos, Messi y su entrenador son tan cabrones como el resto del mundillo futbolístico. O quizá más. Sólo hace falta que se produzcan las circunstancias adecuadas…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario