No causa sorpresa el hecho de que todo el progretariado se haya lanzado en tromba a criticar la última medida de Esperanza Aguirre. Para ellos, la educación (bueno, llamémosla así) es un modo de igualar a la gente… por abajo. Para Aguirre, en cambio, los más aptos, los más estudiosos, los más aplicados, los más brillantes (los más excelentes, en suma) deben ser incentivados, estimulados, potenciados. Sólo así podremos intentar salir del pozo de indigencia intelectual en el que nos han ido sumiendo las sucesivas reformas educativas.
Si critican esta medida (como criticaron e incluso desobedecieron –entonces sí que cabía la objeción de conciencia, ¿eh, Masturbito?)- la reforma educativa de la propia Aguirre), debe ser porque va en la dirección adecuada.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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