Esta novela breve de John Grisham se lee rápido, sobre todo debido a su brevedad. Al ser, además una obra dirigida a un público evidentemente juvenil, el estilo es poco farragoso.
Precisamente el ser una novela dirigida al publico juvenil es lo que supone, a mi juicio, el mayor lastre. Peca de excesivamente didáctica, y cada pocas páginas está explicando cómo funciona el sistema judicial en Estados Unidos (mecanismos que los lectores de las demás obras de Grisham conocemos perfectamente). Por otra parte, el componente de intriga es casi inexistente, limitándose a si el testigo declarará o no (aunque el resultado es bastante previsible).
En definitiva, una obra menor de Grisham; no tanto por la extensión (hay historias en Siete vidas que son mucho mejores) como por el tono.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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