Prácticamente desde su nacimiento quedó marcado como un órgano irremediablemente politizado, al convalidar la inconstitucional expropiación de Rumasa. El hecho de que haya sido tomado como una especie de Tribunal Supremo bis (en plan bueno, si nos tumban en el Supremo recurriremos al Constitucional) no ha contribuido precisamente a acrecentar su prestigio. Claro que lo que acabó dándole la puntilla fue su demorada última renovación, su dilación al emitir la sentencia sobre el inconstitucional Estatuto de Cataluña y el hecho de que finalmente no lo declarasen inconstitucional. Y como un muerto que camina, ahora se descuelga con otra perla, permitiendo que Bildu concurra a las elecciones.
Y luego va el químico prodigioso y se pone a dar lecciones de democracia... él, que se saltó a la torera la jornada de reflexión...
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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