Uno de los rasgos que diferencia al PP del PSOE (dejando aparte que el primero, en general, vive acomplejado, mientras que en el segundo lo habitual es tener el rostro más duro que el granito de la Sierra de Guadarrama) es la base ideológica. En el Partido Popular, a pesar de las pomposas proclamas de inetos y miembras, no existe eso que se llama derecha extrema. Precisamente por ese complejo de falta de legitimidad democrática (como si los comunistas y los anarquistas tuvieran de qué enorgullecerse), la gente no suele votarles, y por eso tal ideología ha quedado fuera de los arcos parlamentarios (exceptuando quizá a partidos furibundamente racistas como el Partido Nacionalista Vasco).
El PSOE, por el contrario, fagocitó el costado izquierdo de la UCD, pasando a continuación a expandirse hacia la izquerda (esa sí, extrema), hasta dejar convertida a Izquierda Unida en Izquierda casi Hundida. Es por ello que en ese Partido (con el significado que el término tenía en las extintas dictaduras soviéticas) conviven ideologías de toda laya, desde políticos profesionales (como el recordado Paco Ordóñez) hasta excomunistas (como Cristina Almeida o Diego López Garrido), pasando por exsindicalistas de CC.OO. (como Antonio Gutiérrez), por sujetos perfectamente amorales (Bono o el hijo de P.) y por una masa informe sin oficio ni beneficio (Masturbito, la Miembra, Pachi Nadie, el Ineto, el bachiller Montilla… la lista sería demasiado larga, y tampoco quiero pasarme en la longitud de la entrada).
Viene esto a cuento de la tan traída y llevada reforma constitucional. Mientras que el PP, en casos como éste, suele reaccionar de un modo unánime (o casi… mantengamos la Esperanza), en el PSOE se manifiestan sus distintas personalidades, unidas sólo por el ansia insana de poder. Así, mientras Marcelino Mezquitas, secretario de organización del Partido, atribuye un papel relevante en la reforma constitucional al hijo de P, éste manifiesta sin pudor que él la hubiera hecho de otra manera, y Ma Chacón dice que tiene dudas por el procedimiento seguido para la reforma (es lógico, probrecita… como estaba quemando documentos vitales a los ocho o nueve años, no tuvo tiempo de estudiar Derecho…).
Lo dicho: de frenopático.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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