Me gusta leer. Me encanta leer. De hecho,
poniéndome algo pomposo, podría decir que no concibo la vida sin leer. Leo de
continuo, y prácticamente de todo. Acabo un libro, o una revista, o un tebeo, y
paso al siguiente. Además, leo bastante rápido.
Hace tiempo me hice el propósito de leer en
algún momento tres obras en concreto: el Quijote
(lo hice y, además, leí el Quijote de
Avellaneda, en mi opinión muy inferior al de Cervantes), los Episodios Nacionales (las dos primeras
series, las mejores; la tercera pierde fuelle, la cuarta, sencillamente
demencial; la quinta, inconclusa, remontó algo el vuelo)… y el libro de los
libros, la Biblia.
Leer la Biblia me ha mantenido ocupado desde
finales de Septiembre o principios de Octubre. En mi optimismo, pensé que
podría leer a razón de un tomo por mes, o quizá más rápido y acabar así –la
edición que he leído venía en cuatro volúmenes- hacia final de año, o poco
después. Pero la cosa se complicó, y me ha llevado seis meses terminar.
Si lo he leído, fue por una mezcla de razones
literarias y religiosas. Aunque católico, considero que podría serlo mejor,
pero no ha sido esta la razón principal de leerme la Biblia, así que quizá
pesaran más las razones estrictamente literarias. Sin embargo, no siento la
misma necesidad de leerme el Corán… con lo que algún factor religioso debe de
haber.
Es cierto lo que leí hace mucho en alguna
parte: en la Biblia están todos los géneros. Quizá falte el humorístico (han
sido seis meses leyendo, ahora no lo recuerdo todo… pero, en cualquier caso, Dios es un tema muy serio… bueno,
algo de humor puede que haya en la historia de Sansón), pero sí están todos los
demás, de la épica a la poesía pasando por la filosofía (teología, puesto que
el tema es Dios). Algunas partes (las puramente históricas) son entretenidas; lo malo es cuando te cuentan varias
veces la misma historia; y no me refiero a los Evangelios, sino a los dos
libros de las Crónicas, o los dos de los Macabeos.
Los libros proféticos, en especial,
resultarían casi imposibles de entender si no fuera por las numerosas notas al
pie, que explican el texto y te indican las referencias cruzadas. En cuanto a
las epístolas, la de san Pablo a los Romanos es probablemente una de las partes
más densas teológicamente de todo el libro.
Para remate, uno encuentra explicación a
algunas cosas, como que los judíos puedan hacer préstamos a interés a los
cristianos… al parecer, no hemos sido nosotros los únicos en interpretar las
Sagradas Escrituras al pie de la letra…