Desde
que abandonó la presidencia del F.C. Barcelona Juan Gaspart, el mejor
presidente que haya tenido la institución (para el Real Madrid, claro…), el
club ha tomado una deriva necionanista
que pareció que con Juan Laporta había alcanzado su cénit. Pero no, Sandro
Rosell acabará por hacer bueno al stripper
aeroportuario. Lo último ha sido poner la institución al servicio del país (Cataluña, claro) para defender el catalán, en la polémica suscitada por la descafeinada Ley Wert sobre la
educación.
Como
en todo régimen autoritario, allí han salido marcando el paso los integrantes
más significados de la plantilla de fútbol, sección estandarte de la
institución. Si en el caso del entrenador, por su edad y lugar de nacimiento,
tiene sentido que diga que si se aprueba la reforma educativa retrocederemos treinta años (cosa que no sería tan
mala… tendríamos treinta años menos de inmersión lingüística y de lavado de
cerebro), en el caso del goleador principal la cosa resulta ridícula cuando no
patética, por partida triple: por su origen (es argentino), por su edad (tiene
gracia que diga que espera no volver treinta años atrás… hace treinta años no era ni un proyecto en la mente de
sus padres)… y por sus propias circunstancias personales (quizá él haya crecido y estudiado en catalán –aunque
no lo hable- y no haya tenido nunca
ningún problema, pero su hermana se tuvo que volver a Argentina porque le
resultaba imposible estudiar en español).
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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