Los políticos son seres humanos y, como tales, poco propensos a reconocer errores (los santos sí que son humildes, pero no se meten a políticos). No los reconoce Aznar en la entrevista que ha concedido este fin de semana (aunque dice verdades como que los políticos se han convertido en un problema grave para el país, que Zapatero cree que hacer política es simpatía y relaciones públicas, o que la responsabilidad del TC legalizando Bildu es enorme, tiene una piadosa amnesia cuando señala que acusa a los líderes nacionalistas de deslealtad con el país y con Cataluña… teniendo en cuenta que sacrificó a Vidal-Cuadras por los pactos con esos desleales).
Y no los reconoce Felipe González cuando ha aprovechado el homenaje con motivo del trigésimo aniversario de su primer gobierno para sacarle los colores a su antiguo subordinado, el hijo de P, por no tener vocación mayoritaria. Puestos a criticar, debería criticar a Almunia, su heredero: cosechó unos resultados apenas poco menos malos que los de Rubalcaba… con el agravante de que iba coaligado con los comunistas. Si eso no es falta de vocación mayoritaria, que venga Dios y lo vea…
Ah, no, espera, que Dios estaba allí…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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