lunes, 3 de diciembre de 2012

Naciones hundidas


Fundada por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, la Organización de las Naciones Unidas ha acabado deviniendo en algo tan inútil como lo fuera su predecesora la Sociedad de Naciones. Entre el derecho de veto de los miembros permanentes de su Consejo de Seguridad y el hecho de que, en general, los países afectados se tomen tan en serio sus Resoluciones como la Generalidad de Cataluña las sentencias del Tribunal Constitucional cuando resultan contrarias a sus intereses (es decir, casi siempre), la verdad es que la ONU sirve más bien de poco. Si a eso le añadimos que los casos de corrupción son verdaderamente escandalosos, la verdad es que casi estaríamos mejor sin ella.
Por otra parte, las declaraciones recogidas en el preámbulo de su Carta no pasan de ser eso, declaraciones: igualdad de derechos de hombres y mujeres, progreso social, un concepto más amplio de la libertad… Palabras sólo palabras. Para muestra, el último botón: la admisión de Palestina como Estado Observador de la ONU. Un contrasentido, entre otras cosas, porque Palestina no es un estado. Tendrá derecho a uno, quizá, pero de momento no lo es. Y, además, la llamada Autoridad Nacional Palestina es musulmana (adiós a la igualdad entre hombres y mujeres), es corrupta (adiós al progreso social) y está tutelada por una organización terrorista (y adiós a la libertad). Una cagada, vamos, pero eso sí: una cagada políticamente correcta.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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