Lo
malo de los progresoides de salón es
que, en general, son aquello que critican: unos burgueses de tomo y lomo. No
como los burgueses de verdad, claro, sino como los burgueses arquetípicos que
aparecen en sus soflamas.
Ejemplo
de estos quiero y no puedo es Fostiatus, el líder (cabecilla le cuadra
más, por nivel intelectual y por el carácter de pandilla) de los socialistas
madrileños, siempre presto a tirar de manual revolucionario pero poco dispuesto
a llevarlo a la práctica. La última ocurrió la semana pasada, cuando organizó
un encierro en la Asamblea de Madrid para pasar allí la noche en protesta por los
planes del gobierno de la comunidad de privatizar la gestión de la sanidad.
A
las mañana siguiente allí estaba el ex alcalde de Parla, para explicar cómo
había ido la cosa. Lo que se abstuvo de indicar es que él se había marchado a las dos, para volver seis horas y media más tarde. ¿Dónde estaría? Ah, misterio…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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