Nunca se ha articulado más claramente la ley del embudo que cuando don Josefiño ha intentado justificar lo injustificable. Es decir, la izmierda se desgañita defendiendo la educación pública, pero luego, en cuanto pueden, llevan a sus hijos a la privada (será porque, en un raro ejercicio de honestidad intelectual, en su fuero interno reconocen que han dejado la escuela pública hecha unos zorros). Y cuando se le pide que explique semejante incoherencia, el inefable gallego dice que cada uno puede hacer lo que quiera en función de su renta. Pocos ejemplos más claros de hipocresía y cara dura combinadas podremos encontrarnos por ahí…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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