La línea de defensa de la izquierda
española ante los escándalos que les afectan suele ser doble (o triple, si
consideramos el negarlo todo como una defensa). Primero, sostienen que se trata
de casos aislados (por más que los casos aislados broten como hongos, si tal
cosa ocurre en el Partido Popular, hay un clima generalizado de corrupción, o
nepotismo, o lo que sea). Cuando ya resulta imposible negar la evidencia, pasan
a sostener que todo se trata de una campaña en su contra (al estilo de la
conjura judeomasónica del régimen anterior), orquestada por aquellos que les
quieren mal.
Así ha ocurrido en el caso de la Unión
General de Trabajadores. Tras negar la evidencia, pasaron a señalar que se
trataba de algo localizado únicamente en la rama andaluza del sindicato. Cuando
las responsabilidades fueron escalando en el organigrama, adujeron una campaña
conjunta entre la judicatura y el partido del gobierno (cosa por demás curiosa,
porque si de alguna ideología está contaminada la carrera judicial es precisamente
de la socialnacionalista).
Bueno, pues ahora pueden extender el
ámbito de influencia del Partido Popular a Europa entera (como en el caso de
las cinco primeras Copas de Europa del Real Madrid, que las ganó porque era el equipo del régimen… como si el Caudillo
lo fuera de todo el continente, y no sólo de la piel de toro), porque la Comisión Europea ha cortado las subvenciones a UGT ante las sospechas de corrupción. Se ve que el hedor ya llega hasta Bruselas…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!