La izquierda en general, y los
comunistas en particular, apoyan la democracia sólo cuando les conviene (sí,
algo así como el PSOE con la legalidad, en palabras de su fundador). Cuando no,
buscan atajos para lograr lo que quieren, o bien medios no democráticos,
directamente. De ellos, dar un golpe de estado de mayor o menor intensidad
suele ser el más habitual.
Recientemente, el inefable Gaspar (no,
no uno de los Reyes Magos, sino el licenciado en medicina) ha señalado que cree que España está al borde de un estallido social. Dejando aparte que dudo mucho que los españoles tengan redaños
suficientes para eso que Llamazares denomina estallido social –puesto que tienden a reaccionar sólo cuando se
encuentran entre la espada y la pared, y parece que la espada va alejándose-,
lo que en realidad está ocurriendo de tres años para acá (no por casualidad,
desde que el Partido Popular arrasó en las últimas elecciones municipales y
autonómicas) es que una serie de grupúsculos (tampoco por casualidad de extrema
izquierda y antisistema o directamente terroristas) aprovechan cualquier
coyuntura (siendo apoyados, jaleados y tentativamente dirigidos por los partidos de izquierda) para saltarse la legalidad y/o montar algaradas, ya sea ocupando espacios públicos y negándose a desalojarlos o cercando la sede de la soberanía nacional, pasando por cualquier tipo de destrozo de mobiliario urbano y coartar
el derecho a la libertad de movimiento de las personas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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