Habría sido feliz de haber seguido
desconociendo el apellido del etarra que retuvo prisionero a Ortega Lara
durante año y medio, pero las noticias recientes han hecho que esté hasta en la
sopa. Se planteaba la cuestión de si el hecho en que padeciera cáncer en una
fase alegadamente terminal haría que los tribunales determinasen su paso al
tercer grado penitenciario.
Finalmente, el juez encargado del caso ha decretado que sí, que ese miserable puede volver a pisar la calle y, claro,
las reacciones no se han hecho esperar: la Confederación Española de Policía ha
considerado la medida como indignante y bochornosa; Rosa Díez ha pedido a la Fiscalía que recurra la medida,
mientras el PSOE calla; las víctimas del terrorismo consideran unánimemente que
es algo análogo a lo ocurrido con De Juana Chaos (lo que, todo sea dicho,
constituye un pésimo precedente); el Gobierno proclama respeto total a las decisiones judiciales; y yo… yo me pregunto por
dónde tendrá agarrado ETA al Gobierno para que éste esté siguiendo la política
que está siguiendo en relación con el terrorismo (porque llamarla antiterrorista sería forzar en demasía
el lenguaje, la verdad).
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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