Era, valga la manida expresión, un clamor ciudadano la necesidad de
endurecer las penas de prisión para aquellos crímenes especialmente
repugnantes. Quizá nuestro buenista sistema penal persiga la rehabilitación del
delincuente; pero es que, sencillamente, hay delincuentes que son sencillamente
no susceptibles de rehabilitación. Hay personas que, lisa y llanamente, son
malas y nunca serán otra cosa que malas. Y dado que la pena de muerte está
desterrada del ordenamiento jurídico español (y que mis convicciones religiosas
me impiden defenderla, por mucho que el cuerpo me lo pida), la prisión permanente
no me parece una mala solución… aunque sea revisable.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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