Parece ser que el presidente de Colombia no ha escarmentado con las experiencias de sus colegas de otros países. Negociar con un grupo terrorista –llámese éste IRA, ETA, OLP o FARC- es conceder a los asesinos una legitimidad de la que carecen, sean cuales sean sus motivaciones originarias (y estoy dispuesto a conceder una cierta razón al IRA y, en mucha menor medida, a la OLP). Por otra parte, los terroristas jamás renuncian a nada: al ser mayoritariamente de ideología izquierdista, siguen la tesis de mi postura es inamovible y la tuya vamos a discutirla, versión negociadora (por llamarlo de alguna manera) del conocido lo mío es mío y lo tuyo vamos a discutirlo.
Vamos, que le concedo a Santos las mismas posibilidades de éxito que a un cubito de hielo en el Sáhara: ninguna.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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